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domingo, 1 de mayo de 2011

(L)

Me levanto, me siento a su lado y le doy un beso. Largo, larguísimo, con los ojos cerrados. Un beso totalmente libre. Y el viento intenta pasar entre nuestros labios, nuestra sonrisa, nuestras mejillas, entre nuestro pelo. Nada, no lo consigue, no pasa. Nada nos separa. Solo oigo pequeñas olas que se rompen debajo de nosotros, la respiración del mar, que hace eco de nuestras respiraciones, que saben a sal… Y a él. Y por un instante tengo miedo.

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